Aprobadas en el II Congreso de la IC celebrado del 19 de julio al 7 de agosto de 1920

1.- El momento actual del desarrollo del movimiento comunista internacional está caracterizado por el hecho de que, en todos los países capitalistas, los mejores representantes del movimiento proletario han comprendido perfectamente los principios fundamentales de la Internacional Comunista, es decir la dictadura del proletariado y el gobierno de los sóviets, y se han unido a sus filas entusiastamente. Más importante todavía es el hecho que las más amplias masas del proletariado de las ciudades y de los trabajadores avanzados del campo manifiestan su simpatía sin reservas hacia esos principios esenciales. Esto constituye un gran paso adelante.

Por otra parte, se han puesto en evidencia dos limitaciones o debilidades del movimiento comunista internacional, que crece con una rapidez extraordinaria. Una de ellas, muy grave y que presenta un gran peligro inmediato para la causa de la liberación del proletariado, consiste en que ciertos antiguos líderes, determinados viejos partidos de la Segunda Internacional, en parte inconscientemente presionados por las masas, en parte conscientemente (y entonces engañándolas para conservar su antigua situación de agentes y auxiliares de la burguesía en el seno del movimiento obrero) anuncian su adhesión condicional o sin reservas a la Tercera Internacional pero permaneciendo, en los hechos, en todo su trabajo práctico cotidiano, al nivel de la Segunda Internacional. Esta situación, absolutamente inadmisible, introduce entre las masas un elemento de corrupción, impide la formación o el desarrollo de un Partido Comunista fuerte, cuestiona el respeto debido a la Tercera Internacional amenazándola con la reiniciación de traiciones semejantes a las de los socialdemócratas húngaros apresuradamente disfrazados de comunistas. Otro defecto, mucho menos importante y que es más bien una enfermedad de crecimiento del movimiento, es la tendencia “izquierdista” que conduce a una apreciación errónea del papel y de la misión del partido con relación a la clase obrera y a la masa y de la obligación para los revolucionarios comunistas de participar en los parlamentos y en los sindicatos reaccionarios.

El deber de los comunistas no es callar las debilidades de su movimiento sino criticarlo abiertamente a fin de librarse de esas debilidades rápida y radicalmente. Con este objetivo, es importante ante todo definir, de acuerdo con nuestra experiencia práctica, el contenido de las nociones de dictadura del proletariado y de poder de los sóviets. En segundo lugar, en qué puede y debe consistir en todos los países el trabajo preparatorio, inmediato y sistemático tendente a la realización de esas consignas y, en tercer lugar, qué vías y medios nos permiten hacer que nuestro movimiento supere esas debilidades.

LA ESENCIA DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y DEL PODER DE LOS SÓVIETS

2.- La victoria del socialismo, primera etapa del comunismo, sobre el capitalismo exige el cumplimiento por parte del proletariado, la única clase realmente revolucionaria, de las tres tareas siguientes.

La primera consiste en derrocar a los explotadores y, en primer lugar, a la burguesía, su representante económica y política principal. Se trata de infligirles una derrota total, de romper su resistencia, de hacer imposible por su parte todo intento de restauración del capital y de la esclavitud asalariada.

La segunda consiste en atraer tras la vanguardia del proletariado revolucionario, de su Partido Comunista, no solamente a todo el proletariado sino también a toda la masa de trabajadores explotados por el capital, esclarecerlos, organizarlos, educarlos, disciplinarlos en el mismo curso de la lucha despiadada y sin temor contra los explotadores, a arrancar en todos los países capitalistas esta aplastante mayoría de la población a la burguesía, a inspirarle en la práctica confianza en el papel de dirigente del proletariado, de su vanguardia revolucionaria.

La tercera consiste en neutralizar o reducir a la impotencia a los sectores inevitablemente vacilantes entre el proletariado y la burguesía, entre la democracia burguesa y el poder de los sóviets: la clase de pequeños propietarios rurales, industriales y comerciantes que, aunque bastante numerosos, sólo forman una minoría de la población y de las categorías de intelectuales, de empleados, etc., que inciden alrededor de esta clase.

La primera y la segunda tarea exigen, cada una de ellas, métodos de acción particulares con respecto a los explotados y a los explotadores. La tercera deriva de las dos primeras. Sólo exige una aplicación, hábil, flexible y oportuna de los métodos aplicados para las primeras, se trata de adaptarlos a las circunstancias concretas.

3.- En la coyuntura actual, creada en todo el mundo, y sobre todo en los países capitalistas más desarrollados, más poderosos, más ilustrados, más libres, por el militarismo, el imperialismo, la opresión de las colonias y de los países débiles, la matanza imperialista mundial y la “paz” de Versalles, el pensamiento de una pacífica sumisión de la mayoría de los explotados ante los capitalistas y de una evolución apacible hacia el socialismo no es solamente un signo de mediocridad burguesa sino también un engaño, la simulación de la esclavitud del asalariado, la deformación de la verdad a los ojos de los trabajadores. La verdad es que la burguesía más ilustrada, la más democrática, no retrocede ante la masacre de millones de obreros y campesinos con el único fin de salvar la propiedad privada de los medios de producción. La liquidación de la burguesía por medio de la violencia, la confiscación de sus propiedades, la destrucción de su aparato del Estado, parlamentario, judicial, militar, burocrático, administrativo, municipal, etc., hasta el exilio y/o la internación de todos los explotadores más peligrosos y obstinados, sin excepción; el ejercicio de una estricta vigilancia para reprimir los intentos, que no faltarán, de restaurar la esclavitud capitalista, tales son las medidas que pueden asegurar el sometimiento real de toda la clase de explotadores.

Por otra parte, la idea muy común en los viejos partidos y en los líderes de la Segunda Internacional, de que la mayoría de los trabajadores y de los explotados puede en el régimen capitalista, bajo el yugo esclavista de la burguesía (que reviste formas infinitamente variadas tanto más refinadas y a la vez más crueles y despiadadas a medida que el país capitalista es más culto) adquirir una plena conciencia socialista, firmeza socialista, convicciones y fuerza, esta idea, decimos nosotros, engaña también a los trabajadores. En realidad, sólo después de que la vanguardia proletaria, sostenida por la única clase revolucionaria o por su mayoría, haya derrotado a los explotadores, serán liberados los explotados de sus servidumbres e inmediatamente mejoradas sus condiciones de existencia en detrimento de los capitalistas expropiados. Sólo entonces, y al precio de la más dura guerra civil, la educación, la instrucción, la organización de las grandes masas explotadas podrá realizarse alrededor del proletariado, bajo su influencia y su dirección, y sólo así será posible vencer su egoísmo, sus vicios, sus debilidades, su falta de cohesión, que se derivan del régimen de la propiedad privada y transformarlos en una vasta asociación de trabajadores libres.

4.- El éxito de la lucha contra el capitalismo exige una justa relación de fuerzas entre el Partido Comunista como guía, el proletariado, la clase revolucionaria y la masa, es decir el conjunto de los trabajadores y de los explotados. El Partido Comunista, si es realmente la vanguardia de la clase revolucionaria, si asimila a sus mejores representantes, si está compuesto de comunistas conscientes y sacrificados, educados y fogueados por la experiencia de una larga lucha revolucionaria, si ha sabido unirse indisolublemente a toda la existencia de la clase obrera y por su intermedio a la de toda la masa explotada e inspirarles plena confianza, sólo ese partido es capaz de dirigir al proletariado en la lucha final, la más encarnizada, contra todas las fuerzas del capitalismo. Y sólo bajo la dirección de semejante partido puede el proletariado aniquilar la apatía y la resistencia de la pequeña aristocracia obrera compuesta por los líderes del movimiento sindical y del corporativo, corrompidos por el capitalismo, y desarrollar todas sus energías, infinitamente más grandes que su fuerza numérica, debido a la estructura económica del propio capitalismo. Solamente una vez liberada del yugo del capital y del aparato gubernamental del Estado, después de haber obtenido la posibilidad de actuar libremente, sólo entonces la masa, es decir la totalidad de los trabajadores y de los explotados organizados en los sóviets, podrá desarrollar, por primera vez en la historia, la iniciativa y la energía de decenas de millones de hombres ahogados por el capitalismo. Sólo cuando los sóviets sean el único mecanismo del Estado podrá asegurarse la participación efectiva de las masas, antes explotadas, en la administración del país, participación que, en las democracias burguesas más ilustradas y libres era imposible en el 95% de los casos. En los sóviets, la masa de los explotados comienza a aprender, no en los libros sino con la experiencia práctica, qué es la construcción socialista, la creación de una nueva disciplina social y de la libre asociación de los trabajadores libres.

EN QUÉ DEBE CONSISTIR LA PREPARACIÓN INMEDIATA DE LA DICTADURA PROLETARIA

5.- El actual desarrollo del movimiento comunista internacional está caracterizado por el hecho que en numerosos países capitalistas el trabajo de preparación del proletariado para el ejercicio de la dictadura no está acabado y con mucha frecuencia ni siquiera ha sido comenzado de forma sistemática. Esto no quiere decir que la revolución proletaria sea imposible en un futuro muy próximo. Por el contrario, es muy posible, dado que la situación política y económica es extraordinariamente rica en material inflamable y en causas susceptibles de provocar un incendio imprevisto. Otro factor de la revolución, fuera del estado de preparación del proletariado, es sobre todo la crisis general a que se enfrentan todos los partidos gobernantes y todos los partidos burgueses. De lo anteriormente dicho se desprende que la tarea actual de los partidos comunistas consiste en apresurar la revolución aunque sin provocarla artificialmente antes de lograr una preparación. La preparación del proletariado para la revolución debe ser intensificada mediante la acción. Por otra parte, los casos señalados hace un momento en la historia de muchos partidos socialistas obligan a vigilar para que el reconocimiento de la dictadura del proletariado no sea puramente verbal.

Por estas razones, en la actualidad la tarea fundamental del Partido Comunista, desde el punto de vista del movimiento internacional proletario, es el agrupamiento de todas las fuerzas comunistas dispersas, la formación en cada país de un Partido Comunista único (o el fortalecimiento y la renovación de los partidos ya existentes) a fin de activar el trabajo de preparación del proletariado para la conquista del poder bajo la forma de dictadura del proletariado. La acción socialista habitual de los grupos y de los partidos que reconocen la dictadura del proletariado está lejos de haber experimentado esta modificación fundamental, esa renovación radical que es necesaria para que se reconozca la acción como comunista y como correspondiente a las tareas previas de la dictadura del proletariado.

6.- La conquista del poder político por parte del proletariado no interrumpe la lucha de clases de éste contra la burguesía sino que, por el contrario, la hace más larga, más dura, más despiadada. Todos los grupos, partidos, militantes del movimiento obrero que adoptan en su totalidad o parcialmente el punto de vista del reformismo, del “centro”, etc., inevitablemente se colocarán, debido a la extrema exacerbación de la lucha, del lado de la burguesía o del lado de los vacilantes o, lo que es más peligroso, engrosarán las filas de los amigos indeseables del proletariado victorioso. Por eso la preparación de la dictadura del proletariado exige no solamente el fortalecimiento de la lucha contra la tendencia de los reformistas y de los “centristas”, sino también la modificación del carácter de esa lucha. Ésta no puede limitarse a la demostración del carácter erróneo de esas tendencias sino que debe, también, desenmascarar incansable y despiadadamente a todo militante del movimiento obrero que manifieste esas tendencias. Sin esto, el proletariado no puede saber con quién marcha hacia la lucha final contra la burguesía. Esta lucha es tal que puede cambiar en todo momento y transformar, como ya lo ha demostrado la experiencia, el arma de la crítica por la crítica de las armas. Toda vacilación o debilidad en la lucha contra los que se comportan como reformistas o “centristas” tiene como consecuencia un aumento directo del peligro de derrocamiento del poder proletario por parte de la burguesía, que utilizará en el futuro para los fines de la contrarrevolución lo que a los obtusos les parece sólo un “desacuerdo teórico” del momento.

7.- Es imposible limitarse a la negación habitual de principio de toda colaboración con la burguesía, de todo “coalicionismo”. Una simple defensa de la “libertad” y de la igualdad con el mantenimiento de la propiedad privada de los medios de producción se transforma, bajo las condiciones de la dictadura del proletariado, que nunca estará en condiciones de liquidar de un solo golpe toda la propiedad privada, en “colaboración” con la burguesía que saboteará directamente el poder de la clase obrera. Pues la dictadura del proletariado significa la consolidación gubernamental y la defensa por parte de todo el sistema estatal, no de “la libertad” de los explotadores para continuar su obra de opresión y de explotación, no de la “igualdad” del propietario (es decir del que conserva para su disfrute personal ciertos medios de producción creados por el trabajo de la colectividad) y del pobre. Lo que hasta la victoria del proletariado nos parece sólo un desacuerdo sobre la cuestión de la “democracia” se convertirá inevitablemente más adelante, después de la victoria, en un problema que habrá que resolver mediante las armas. Sin una transformación radical de todo el carácter de la lucha contra los “centristas” y los “defensores de la democracia” la preparación previa de las masas para la realización de la dictadura del proletariado es imposible.

8.- La dictadura del proletariado es la forma más decisiva y revolucionaria de la lucha de clases del proletariado contra la burguesía. Esa lucha sólo puede resultar victoriosa cuando la vanguardia más revolucionaria del proletariado arrastra tras de sí a una aplastante mayoría obrera. La preparación de la dictadura del proletariado exige, por esas razones, no solamente la divulgación del carácter burgués del reformismo y de toda la defensa de la democracia que implique el mantenimiento de la propiedad privada sobre los medios de producción, no sólo la divulgación de las manifestaciones de tendencias, que significan en los hechos la defensa de la burguesía en el seno del movimiento obrero sino que exige, también, el reemplazo de los viejos líderes por comunistas en todos los sectores de la organización proletaria: político, sindical, cooperativas, educativas, etc.

Cuanto más firme y prolongada ha sido la dominación de la democracia burguesa en un determinado país, la burguesía logra con mayor éxito poner en los puestos importantes del movimiento obrero a hombres educados por ella, por sus concepciones, por sus prejuicios, con frecuencia directa o indirectamente comprados por ella. Es indispensable, y es preciso hacerlo con mucha más osadía que hasta ahora, remplazar a esos representantes de la aristocracia obrera por trabajadores aún inexpertos pero que estén cerca de la masa explotada y gocen de su confianza en la lucha contra los explotadores. La dictadura del proletariado exigirá la designación de esos trabajadores inexpertos en los puestos más importantes del gobierno sin que por ello el poder de la clase obrera disminuya o no sea sostenido por las masas.

9.- La dictadura del proletariado es la realización más completa de la dominación de todos los trabajadores y de todos los explotados, oprimidos, embrutecidos, aterrorizados, dispersados, engañados por la clase capitalista, pero conducidos por la única clase social preparada para esta misión directriz por toda la historia del capitalismo. Por eso debe ser comenzada en todas partes e inmediatamente la preparación de la dictadura proletaria, entre otros por los siguientes medios:

En primer lugar, en todas las organizaciones proletarias sin excepción (sindicatos, uniones, etc.), y después en todas aquellas de las masas explotadas (ya sean políticas, sindicales, militares, cooperativas, educativas, deportivas, etc.) deben ser formados grupos o núcleos comunistas, con preferencia legalmente, pero si es necesario clandestinamente, lo que se convierte en obligatorio siempre que se espere su clausura o el arresto de sus miembros. Esos grupos, vinculados entre sí y también al partido, intercambiarán el resultado de sus experiencias, se ocuparán de la agitación, de la propaganda y de la organización, se adaptarán a todos los dominios de la vida social, a todos los aspectos y a todas las categorías de la masa trabajadora y así deberán proceder, mediante tan múltiple trabajo, a su propia educación, a la del partido, a la de la clase obrera y de la masa.

Sin embargo, es muy importante elaborar en la práctica acciones respecto a los líderes o representantes autorizados de las organizaciones totalmente corrompidas por los prejuicios imperialistas y pequeñoburgueses (líderes a los que hay que desenmascarar despiadadamente y excluir del movimiento obrero); por otro lado, respecto a las masas que, sobre todo después de la matanza imperialista, están dispuestas a entender la necesidad de seguir al proletariado, el único capaz de sustraerlas de la esclavitud imperialista. Es conveniente saber abordar a las masas con paciencia y rigor, a fin de comprender las particularidades psicológicas de cada profesión, de cada grupo en el seno de esta masa.

10.- Hay un grupo de los comunistas que merece particular atención y la vigilancia del partido: la fracción parlamentaria. En otros términos, el grupo de miembros del partido elegidos en el parlamento (o en los municipios, etc.). Por una parte, esas tribunas son, para los amplios sectores de la clase trabajadora retrasada o llena de prejuicios pequeñoburgueses, de una importancia fundamental. Esa es la razón por la que los comunistas deben, desde lo alto de esas tribunas, llevar a cabo una acción de propaganda, de agitación, de organización y explicar a las masas por qué era necesaria en Rusia (como lo será llegado el caso en todos los países) la disolución del parlamento burgués por el Congreso Panruso de Sóviets. Por otra parte, toda la historia de la democracia burguesa ha hecho de la tribuna parlamentaria, sobre todo en los países adelantados, el principal, o uno de los principales, antros de las estafas financieras y políticas, del arribismo, de la hipocresía, de la opresión de los trabajadores. Por eso el vivo odio alimentado con respecto a los parlamentos por los mejores representantes del proletariado está plenamente justificado. Por eso los partidos comunistas y todos los partidos adheridos a la Tercera Internacional (sobre todo en el caso en que esos partidos no hayan sido creados a consecuencia de una escisión de los viejos partidos tras una larga y encarnizada lucha sino que se hayan formado por la adopción, muchas veces nominal, de una nueva posición por parte de los antiguos partidos) deben observar una actitud muy rigurosa con respecto a sus fracciones parlamentarias, es decir exigir su subordinación total al Comité Central del partido, la incorporación preferentemente en su composición de obreros revolucionarios, el análisis más atento en la prensa del partido y en las reuniones de éste de los discursos de los parlamentarios desde el punto de vista de su actitud comunista, la designación de los parlamentarios para la acción de propaganda entre las masas, la exclusión inmediata de todos aquellos que manifiesten una tendencia hacia la Segunda Internacional, etc.

11.- Uno de los obstáculos más graves para el movimiento obrero revolucionario en los países capitalistas desarrollados deriva del hecho de que, gracias a las posesiones coloniales y a la plusvalía del capital financiero, etc., el capital ha logrado crear una pequeña aristocracia obrera relativamente imponente y estable. Este grupo se benefició con las mejores retribuciones y, por encima de todo, está penetrada de un espíritu de corporativismo estrecho, pequeñoburgués y de prejuicios capitalistas. Constituye la verdadera “apoyatura” social de la Segunda Internacional de los reformistas y de los “centristas” y en la actualidad está muy cerca de convertirse en el principal punto de apoyo de la burguesía. Ninguna preparación previa del proletariado para la derrota de la burguesía es posible sin una lucha directa, sistemática, amplia, declarada, con esta pequeña minoría que, sin ninguna duda (como ya lo ha demostrado la experiencia) proveerá numerosos hombres a la guardia blanca de la burguesía después de la victoria del proletariado. Todos los partidos adheridos a la Tercera Internacional deben, a cualquier precio, imponer la consigna “más profundamente en las masas”, entendiendo por masa a todo el conjunto de los trabajadores y de los explotados por el capital y sobre todo a los menos organizados y educados, a los más oprimidos y a los alejados de la organización.

El proletariado sólo deviene revolucionario cuando no se encierra en los marcos de un estrecho corporativismo y actúa en todas las manifestaciones y en todos los dominios de la vida social como el jefe de la masa trabajadora y explotada. La realización de su dictadura es imposible sin preparación y sin la resolución de arriesgar las pérdidas más grandes en nombre de la victoria sobre la burguesía. Y desde este punto de vista, la experiencia de Rusia tiene una importancia práctica de principio. El proletariado ruso no habría podido realizar su dictadura, no habría conquistado la simpatía y la confianza generales de toda la masa obrera si no hubiese dado prueba de espíritu de sacrificio y si no hubiese sufrido el hambre más profundamente que todos las otras capas de esta masa, en las horas más difíciles de los ataques, de las guerras, del bloqueo de la burguesía mundial.

El apoyo más total y más sacrificado del Partido Comunista y del proletariado de vanguardia es particularmente necesario en relación a todo movimiento huelguístico amplio, violento, considerable, que es el único capaz, bajo la opresión del capital, de despertar verdaderamente, de conmover y organizar a las masas, de inspirarles plena confianza en el papel dirigente del proletariado revolucionario. Sin esa preparación, ninguna dictadura del proletariado es posible, y los hombres capaces de oponerse a las huelgas como lo hacen Kautsky en Alemania y Turati en Italia no deben ser tolerados en el seno de los partidos adheridos a la Tercera Internacional. Esto también puede decirse de los líderes parlamentarios y tradeunionistas que permanentemente traicionan a los obreros enseñándoles por medio de la huelga el reformismo y no la revolución (ejemplos: Jouhaux en Francia, Gompers en Norteamérica, G.H. Thomas en Inglaterra).

12.- Para todos los países, aun para los más “libres”, los más “legales”, los más “pacíficos”, es decir donde hay una más débil exacerbación de la lucha de clase, ha llegado el momento en que se impone, como una necesidad absoluta para todo Partido Comunista, unir la acción legal e ilegal, la organización legal y la organización clandestina. Pues en los países más cultos y más libres, los de régimen burgués democrático más “estable”, los gobiernos, pese a sus declaraciones falsas y cínicas, ya han confeccionado listas negras secretas de comunistas, violan permanentemente su propia constitución apoyando, más o menos secretamente, a los guardias blancos y el asesinato de los comunistas en todos los países, preparan en la sombra el arresto de comunistas, la infiltración entre ellos de provocadores, etc.

Ni el más reaccionario espíritu pequeñoburgués, por más bellas que sean las frases “democráticas” y pacifistas tras las que se ampara, puede negar ese hecho y su ineludible conclusión: la formación inmediata por parte de todos los partidos comunistas legales de organizaciones clandestinas tendentes a la acción ilegal, organizaciones que estarán preparadas para el día en que la burguesía se decida a cercar a los comunistas. La acción ilegal desarrollada en el ejército, en la flota, en la policía es de la mayor importancia. Desde la gran guerra imperialista, todos los gobiernos del mundo temen al ejército regular y han recurrido a todos los procedimientos imaginables para formar unidades militares con elementos especialmente seleccionados de la burguesía y dotados de las armas e ingenios más mortíferos y perfeccionados.

Por otra parte, también es necesario en todos los casos no limitarse a una acción ilegal y proseguir además la acción legal tratando de superar todas las dificultades, fundando diarios y organizaciones legales bajo las designaciones más diversas y, si es preciso, cambiando frecuentemente sus nombres. Así actúan los partidos comunistas ilegales en Finlandia, Hungría, Alemania y, en cierta medida, en Polonia, Lituania, etc. Así deben actuar los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) en Estados Unidos y deberán actuar todos los otros partidos comunistas legales en el caso de que se intente castigarlos por su aceptación de las resoluciones de los congresos de la Internacional Comunista, etc.

La absoluta necesidad de unir a la acción legal e ilegal no está determinada en principio por el conjunto de las condiciones de la época que atravesamos, período de vísperas de dictadura proletaria, sino por la necesidad de demostrar a la burguesía que no hay y no puede haber dominios y campos de acción que no hayan conquistado los comunistas y también porque existen aún amplios sectores del proletariado, y en proporciones más vastas una masa trabajadora y explotada no proletaria, que siguen confiando en la legalidad burguesa democrática y a los que es muy importante disuadir.

13.- El estado de la prensa obrera en los países capitalistas más avanzados evidencia, de forma contundente, la falsedad de la libertad y de la igualdad en la democracia burguesa, así como la necesidad de unir sistemáticamente la acción legal e ilegal. Tanto en la Alemania vencida como en los Estados Unidos victoriosos, todas las fuerzas del aparato gubernamental de la burguesía y toda la astucia de los reyes del oro se ponen manos a la obra para despojar a los obreros de su prensa: persecuciones judiciales y arrestos de los redactores (o asesinatos cometidos por matones), confiscaciones de los envíos postales, del papel, etc. Y todo lo necesario para un diario en materia de información se halla en manos de las agencias telegráficas burguesas, los anuncios sin los cuales un gran diario no puede cubrir sus costos se encuentran a la “libre” disposición de los capitalistas. En resumen, la burguesía, mediante la mentira, la presión del capital y del Estado burgués, despoja al proletariado revolucionario de su prensa.

Para luchar contra esta situación, los partidos comunistas deben crear un nuevo tipo de prensa periódica destinada a la difusión masiva entre los obreros que incluya:

a) Publicaciones legales que enseñarían, sin declararse comunistas y sin hablar de su dependencia del partido, a sacar ventaja de las más mínimas posibilidades legales, como lo hicieron los bolcheviques bajo el zarismo después de 1905.

b) Folletos ilegales, aunque sean de formato mínimo, de aparición irregular pero impresos por los obreros en un gran número de tipografías que den al proletariado una información libre y consignas revolucionarias.

Sin una batalla revolucionaria, que atraiga a las masas, por la libertad de prensa comunista, la preparación de la dictadura del proletariado es imposible.

MODIFICACIÓN DE LA LÍNEA DE CONDUCTA Y, PARCIALMENTE, DE LA COMPOSICIÓN SOCIAL DE LOS PARTIDOS ADHERIDOS O DESEOSOS DE ADHERIRSE A LA INTERNACIONAL COMUNISTA

14.- El grado de preparación del proletariado de los países más importantes, desde el punto de vista de la economía y de la política mundiales, para la realización de la dictadura obrera se caracteriza, con la mayor objetividad y exactitud, por el hecho que los partidos más influyentes de la Segunda Internacional tales como el Partido Socialista Francés, el Partido Socialdemócrata Independiente Alemán, el Partido Laborista Independiente inglés, el Partido Socialista norteamericano han surgido de esa internacional amarilla y han decidido, bajo determinadas condiciones, adherirse a la Tercera Internacional. De esta forma, queda demostrado que la vanguardia no está sola, que la mayoría del proletariado revolucionario ha comenzado a pasarse a nuestro lado, persuadido por la marcha de los acontecimientos. Ahora lo esencial es saber concluir esta etapa y que la organización consolide firmemente los resultados obtenidos a fin que se pueda avanzar en toda la línea sin la menor vacilación.

15.- Toda la actividad de los partidos anteriormente citados (a los que hay que agregar también el Partido Socialista suizo si el telegrama que nos informa de su decisión de adherirse a la Tercera Internacional es exacto) prueba (y no interesa qué publicación de esos partidos lo confirma irrefutablemente) que aún no es comunista y que se opone con frecuencia a los principios fundamentales de la Tercera Internacional reconociendo a la democracia burguesa en lugar de a la dictadura del proletariado y del poder de los sóviets.

Por esas razones, el II Congreso de la Internacional Comunista declara que no considera posible el reconocimiento inmediato de esos partidos, que confirma la respuesta dada por el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista a los independientes alemanes, que confirma su consentimiento para establecer negociaciones con todo partido que salga de la Segunda Internacional y que exprese el deseo de acercarse a la Tercera Internacional, que concede voto consultivo a los delegados de esos partidos para todos sus congresos y conferencias, que plantea las siguientes condiciones para la total unión de esos partidos (y partidos similares) con la Internacional Comunista:

a) Publicación de todas las decisiones de todos los congresos de la Internacional Comunista y del Comité Ejecutivo en todas las ediciones periódicas del partido.

b) Examen de estas últimas en reuniones especiales de todas las organizaciones locales del partido.

c) Convocatoria, después de este examen, de un congreso especial del partido con el objeto de excluir a los elementos que continúen actuando con el criterio de la Segunda Internacional. Ese congreso deberá ser convocado lo más rápidamente en el plazo máximo de cuatro meses posteriores al II Congreso de la Internacional Comunista.

d) Expulsión del partido de todos los elementos que continúen actuando según los cánones de la Segunda Internacional.

e) Traspaso de todos los órganos periódicos del partido a manos de redactores exclusivamente comunistas.

f) Los partidos que quieran adherir ahora a la Tercera Internacional pero que aún no han modificado radicalmente su vieja táctica deben controlar previamente que los dos tercios de miembros de su Comité Central y de las instituciones centrales más importantes estén compuestos por camaradas que, ya antes del II Congreso se habían pronunciado abiertamente a favor de la adhesión del partido a la Tercera Internacional. Pueden hacerse excepciones con la aprobación del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. El Comité Ejecutivo se reserva también el derecho a hacer excepciones en lo que respecta a los representantes de la tendencia centrista mencionados en el artículo 7.

g) Los miembros del partido que rechacen las condiciones y tesis establecidas por la Internacional Comunista deben ser excluidos del partido. Lo mismo ocurrirá con los delegados al Congreso Extraordinario.

16.- En lo que se refiere a la actitud de los comunistas que forman la minoría actual entre los militantes de los partidos antes citados y similares, el II Congreso de la Internacional Comunista decide que, a consecuencia del rápido crecimiento del espíritu revolucionario de las masas, el alejamiento de los comunistas de esos partidos no es deseable, mientras mantengan la posibilidad de llevar a cabo una acción tendiente al reconocimiento de la dictadura del proletariado y del poder de los sóviets, de criticar a los oportunistas y a los centristas que aún siguen en esos partidos.

Sin embargo, cuando el ala izquierda de un partido centrista haya adquirido una fuerza suficiente podrá, si lo juzga útil para el desarrollo del comunismo, abandonar el partido en bloque y formar un partido comunista.

Simultáneamente, el II Congreso de la Tercera Internacional aprueba también la adhesión de grupos y organizaciones comunistas o simpatizantes del comunismo al Partido Laborista inglés, aunque éste último aún no haya salido de la Segunda Internacional. Mientras el partido deje a sus organizaciones su actual libertad de crítica, de acción, de propaganda, de agitación y de organización para la dictadura del proletariado y para el poder soviético, mientras conserve su carácter de unión de todas las organizaciones sindicales de la clase obrera, los comunistas deben realizar todos los intentos y llegar hasta ciertos compromisos a fin de tener la posibilidad de ejercer una influencia sobre las amplias masas de trabajadores, de denunciar a sus jefes oportunistas desde lo alto de las tribunas ante las masas, de apresurar el trasvase del poder político de las manos de los representantes directos de la burguesía a las de los lugartenientes obreros de la clase trabajadora para liberar lo más rápidamente a las masas de sus últimas ilusiones en lo que respecte a este asunto.

17.- En lo relativo al Partido Socialista Italiano, el II Congreso de la Tercera Internacional, reconociendo que la revisión del programa votado el año pasado por ese partido en su Congreso de Bolonia marca una etapa muy importante en su transformación hacia el comunismo, y que las propuestas presentadas por la Sección de Turín al consejo general del partido publicadas en el diario Ordine Nuovo del 8 de mayo de 1920 coinciden con todos los principios fundamentales de la Tercera Internacional, solicita al Partido Socialista Italiano que examine, en el próximo congreso que debe ser convocado de acuerdo a los estatutos del partido y de las disposiciones generales de admisión a la Tercera Internacional, las mencionadas proposiciones y todas las decisiones de los dos congresos de la Internacional Comunista, particularmente en lo referido a la fracción parlamentaria, a los sindicatos y a los elementos no comunistas del partido.

18.- El II Congreso de la Tercera Internacional considera como inadecuadas las concepciones sobre las relaciones del partido con la clase obrera y con la masa, sobre la participación facultativa de los partidos comunistas en la acción parlamentaria y en la acción de los sindicatos reaccionarios, que fueron ampliamente rechazadas en las resoluciones especiales del presente congreso, luego de haber sido defendidas sobre todo por el Partido Comunista Obrero Alemán y en parte por el Partido Comunista Suizo, por el órgano del buró vienés de la Internacional Comunista para Europa Oriental, Kommunismus, por algunos camaradas holandeses, por ciertas organizaciones comunistas de Inglaterra, la Federación Obrera Socialista, etc., así como por los IWW de EEUU y los Shop Steward Committees de Inglaterra, etc.

Sin embargo, el II Congreso de la Tercera Internacional cree posible y conveniente la reunión en la Tercera Internacional de las organizaciones anteriormente mencionadas que aún no se han adherido oficialmente, pues en este caso, y sobre todo con respecto a los Shop Steward Committees ingleses, nos hallamos en presencia de un profundo movimiento proletario que en los hechos se encuadra en los principios fundamentales de la Internacional Comunista. En esas organizaciones, las concepciones erróneas sobre la participación en los parlamentos burgueses se explican menos por el papel de los elementos surgidos de la burguesía que aportan sus concepciones, de un espíritu en el fondo pequeñoburgués tal como lo son frecuentemente las de los anarquistas, que por la inexperiencia política de los proletarios verdaderamente revolucionarios y ligados con la masa.

El II Congreso de la Tercera Internacional solicita por esas razones a todas las organizaciones y todos los grupos comunistas de los países anglosajones la prosecución, aún en el caso en que los IWW y los Shop Steward Committees no se unan inmediatamente a la Tercera Internacional, de una política de relaciones más amistosas con esas organizaciones, de acercamiento a ellas y a las masas que simpatizan con ellas, haciéndoles comprender amigablemente desde el punto de vista de la experiencia de todas las revoluciones rusas del siglo XX, el carácter erróneo de sus concepciones y reiterando los intentos de fusión con esas organizaciones en un partido comunista único.

19.- El Congreso llama la atención de todos los camaradas, sobre todo los de los países latinos y anglosajones, sobre este hecho: desde de la guerra se ha producido una profunda división de ideas entre los anarquistas de todo el mundo con respecto a la actitud a observar frente a la dictadura del proletariado y el poder de los sóviets. En esas condiciones, entre los elementos proletarios que con frecuencia se sintieron atraídos al anarquismo por el odio plenamente justificado al oportunismo y al reformismo de la Segunda Internacional, se observa una comprensión particularmente exacta de esos principios, que se extiende cada vez más a medida que la experiencia de Rusia, Finlandia, Hungría, Lituania, Polonia y Alemania es mejor conocida.

Por esas razones, el Congreso considera un deber de todos los camaradas sostener por todos los medios la transición de todos los elementos proletarios de masas del anarquismo a la Tercera Internacional.

El Congreso considera que el éxito de la acción de los partidos verdaderamente comunistas debe ser apreciado, entre otras cosas, en la medida en que hayan logrado atraer a todos los elementos verdaderamente proletarios del anarquismo.